Tomar con frecuencia baños de sauna nos reporta grandes beneficios para la salud. Veremos cuáles son y desmentiremos algunas leyendas infundadas que se han vertido sobre esta actividad.
Los fabricantes de Saunas Luxe, una empresa madrileña que lleva más de 40 años fabricando e instalando saunas a medida por encargo, comentan que tener una sauna en el domicilio es como tener un centro de bienestar en nuestra casa, para relajarnos junto a nuestra familia y amigos, y disponible a cualquier hora del día.
Así nos lo confirma Lidia. Quien, cuando descubrió que podía tener una sauna en su piso de Madrid, no dudó ni un instante en instalarla. Lidia empezó a tomar baños de sauna por recomendación de su médico. Sufre artritis y la sauna le ayuda a soportar el dolor y le devuelve la movilidad en las articulaciones.
Al principio, Lidia se desplazaba cada semana a un centro de masajes de la ciudad para recibir su sesión de sauna. Un día, leyendo un artículo por internet, descubrió que las saunas se podían instalar en casi cualquier sitio. Solo hacía falta tener espacio para colocarla. Por suerte, ella vive en un piso antiguo del barrio del Chamberí, en el Madrid castizo. En uno de esos pisos de principios del siglo XX con las habitaciones grandes y los techos altos.
Su piso antiguo tenía dos cuartos de baño. Uno de ellos no lo utilizaba. Tras hacer algunas reformas, instaló la sauna en el aseo que apenas usaba. Ahora acostumbra a tomar tres sesiones de sauna a la semana, de 15 minutos cada una de ellas. Lo hace cuando llega de trabajar, después de darse una ducha. El dolor de su enfermedad es cada vez menos intenso y Lidia ha ganado, con este hábito, en calidad de vida.
Este es un caso real. Entremos a valorar más en profundidad los beneficios saludables de la sauna.
La sauna mejora la salud cardiovascular.
Con el calor de la sauna, el diámetro de las arterias y de los vasos sanguíneos se dilata. Esto hace que circule una mayor cantidad de sangre por ellos. Es especialmente beneficiosa para reactivar la circulación periférica de la sangre. Aquella que lleva el plasma sanguíneo a los órganos y a todas las células del cuerpo.
Se ha apreciado, que por la acción del calor, la sauna puede aumentar la fuerza con la que el ventrículo izquierdo bombea la sangre a todo el cuerpo. Con ello se aumenta la frecuencia cardiaca. Se bombea más cantidad de sangre en menos tiempo. Esto puede resultar beneficioso para personas propensas a la hipertensión o para pacientes con insuficiencia cardiaca crónica.
La revista Mejor con salud nos habla de cómo en el 2013 se publicó un estudio en Finlandia que analizaba los efectos de la sauna sobre la salud cardiovascular. Fue un estudio concienzudo que hacía seguimiento de 2315 hombres de mediana edad que vivían en el este del país, durante un periodo de 20 años. En el experimento se separaba a los participantes en función de la regularidad y frecuencia con la que usaban la sauna.
Los voluntarios se sometían cada cierto tiempo a un chequeo médico. Se apreció que las personas que usaban con más frecuencia la sauna tenían menos problemas en el sistema circulatorio. El estudio determina que la sauna es un factor protector de enfermedades cardiovasculares. Si bien, concluye que es necesario efectuar más estudios de este tipo para confirmarlo.
Precisamente, el cuidado del corazón y de la salud cardiovascular es la principal razón de que la sauna sea tan popular en Finlandia y en algunos países bálticos, desde tiempos inmemoriales. Quizás se haya adoptado de una forma intuitiva. Lo cierto es que las condiciones climatológicas de estos países nórdicos no son buenas para el corazón.
El frío al que están expuestos durante la mayor parte del año, unido a la falta de luz natural, hace que el ritmo cardiaco tienda a ralentizarse. Por tanto, es necesario someter al cuerpo a tratamientos de choque para mantener el corazón fuerte.
La sauna previene el alzhéimer y la demencia senil.
En el mismo experimento finlandés que hemos hablado antes, se comprobó como las personas que utilizaban la sauna 2 o 3 veces por semana, reducían un 23% el riesgo de sufrir demencia y un 20% el de padecer alzhéimer.
Si la frecuencia con la que se usaba la sauna era de 6 o 7 sesiones a la semana, el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas se reducía hasta un 65%.
Aunque la sauna puede ser un instrumento bastante útil, los médicos que dirigieron el estudio afirman que no es un tratamiento determinante. Es necesario, por tanto, atender a otros factores. De todos modos, la incorporación de la sauna puede ser interesante en los primeros estadios del alzhéimer para ralentizar su desarrollo. Combinándolo con otros tratamientos médicos y hábitos de vida.
La sauna calma el dolor.
En enfermedades como la artritis reumatoide, las sesiones frecuentes de sauna actúan como coadyuvante. Interviene mediante dos procesos simultáneos.
Por un lado, el ambiente de la sauna promueve la relajación del cerebro. Esto hace que perciba con menos intensidad el dolor. La sauna es beneficiosa para todas aquellas personas que padecen enfermedades que generan un dolor permanente. Evidentemente, los baños de sauna son un complemento de la medicación médica, nunca la pueden sustituir.
Por otro lado, el calor ayuda a la recomposición de las articulaciones y los órganos dañados. Los cambios de temperatura provocan reacciones de vasodilatación que permite que la sangre lleve a las zonas afectadas los elementos necesarios para su curación.
Otro efecto interesante de las saunas es la humidificación de las vías respiratorias. Esto produce un alivio de los síntomas en enfermos de asma y de bronquitis crónica.
Reduce el estrés.
Al sumergirte dentro del ambiente de la sauna, entras en un proceso de relajación muscular y mental que reduce considerablemente el estrés. Digamos que actúa como un reseteo de nuestro cerebro.
El calor vaporoso al que nos sentimos expuestos, ayuda a alejar de nuestra mente cualquier pensamiento negativo o preocupación que nos aborde. De una forma casi inconsciente, llegamos a poner nuestra mente en blanco. Llega un momento en que no nos apetece ni hablar, aunque que compartamos la sauna con amigos.
Entramos en un proceso de letargo, que para romperlo, necesitamos darnos una ducha fría nada más salir de la sauna.
Para que te hagas una idea, en las antiguas saunas de Finlandia, los usuarios, cuando salían de la caseta de calor, se duchaban con un cubo de agua a temperatura ambiente y después se zambullían en un lago semi-helado. Al concluir el ritual, se sentían como nuevos.
La sauna no adelgaza.
Una de las ideas erróneas extendidas entre la gente es que la sauna ayuda a adelgazar. Como nos metemos dentro de la sala de calor a 90º Centígrados, pensamos que eliminamos grasa, pero no es así. La revista Woman´s Health señala que con la sudoración en la sauna, básicamente, lo que expulsamos es agua.
Después de una sesión de sauna puedes llegar a perder hasta medio kilo de peso, pero se debe a la evaporación de líquidos, no a la eliminación de grasa. Con la sauna sufres un proceso de deshidratación. Al salir de la sala, el cuerpo te demanda líquido y empiezas a beber. Por lo que es normal que el medio kilo perdido, lo recuperes con facilidad.
Otra idea errónea es que la sauna nos ayuda a eliminar toxinas. La mayoría de las toxinas perjudiciales como el alcohol, el mercurio o el aluminio, se depuran mediante la acción de los riñones, el hígado y los intestinos. Se expulsan, por lo principal, mediante la orina.
Lo que sí hace la sauna es abrir los poros de la piel. Esto ayuda a mantener una piel sana y resplandeciente.
La sauna por sí misma no alarga la vida.
En Finlandia hay una esperanza media de vida 81 años, y de 85 años para las mujeres. Más que la media de toda Europa. Hay quien piensa que esto se debe a que siguen prácticas saludables como el uso de las saunas. Esta es una visión irreal, una lectura sesgada de la realidad.
La gente vive más años en países como Suecia o Finlandia porque tienen un nivel de vida más alto. Poseen un sistema de servicios públicos que permite el acceso universal a la salud, la educación y la vivienda con independencia de la edad y del nivel socioeconómico. No es que hayan eliminado las diferencias sociales. En los países nórdicos sigue habiendo ricos y pobres. Altos ejecutivos de multinacionales y trabajadores que cogen el transporte público para ir todos los días al trabajo. Pero si han creado una sociedad donde la vida habitual se hace más cómoda. Esto hace que la gente llegue en mejores condiciones de salud a la vejez.
Hábitos como el alto consumo de pescado, el uso de la sauna o el contacto con la naturaleza influyen en cierta medida en la buena salud de la población, pero no es el elemento determinante.
De todos modos, acostumbrarnos a usar la sauna hará bien a nuestro cuerpo.