Como influye la psicología en los clientes de un restaurante

Facebook
Reddit
Twitter
LinkedIn

Aplicaciones de la psicología en otros campos que se alejan de la salud y el bienestar mental y emocional, se dan continuamente. Todo esta estudiado desde el punto de vista de la psicología y como puede afectar al individuo cierta información o situación. Tanto es así que, hasta la producción de una película esta planteada teniendo en cuenta los aspectos psicológicos necesarios para atraer a cierto tipo de público y mover sus emociones.

El cine no es el único lugar donde la psicología hace de las suyas, obviamente, es solo un ejemplo del alcance de la misma. Comercios y publicidad se sirven de armas psicológicas para inducir al  consumismo y dirigir las compras en la línea que ellos pretenden. La manera en la que entramos en las tiendas y como nos movemos por ellas, los productos que adquirimos y su ubicación… todo forma parte de un plan maestro, orquestado por los que dirigen el cotarro con el apoyo de la psicología. Solo hay que pararse a pensar por donde entras en el súper o que música suena cuando estas en una tienda. Según el momento del día y la necesidad de las ventas, la música te hará correr o pasear por los lineales.

Otro punto donde nos atacan la psique, los precios. La línea psicológica del euro, invita a comprar cosas que en realidad no tenias pensamiento de adquirir, pero oye, solo es un euro o menos. Estas obviedades son por todos conocidas. Nos mueven a su antojo para invitarnos al consumismo.

Ahora bien, ¿Qué pasa con los restaurantes? Esta pregunta la hemos formulado a los profesionales de Formahostel, expertos en formación online de hostelería y turismo. Pues bien, resulta que los restaurantes también juegan una baza importante con los aspectos psicológicos del comensal. Todo bien estudiadito para incrementar las ventas. Aunque no importa cuando de alimentarse se trata.

Los mas avezados empresarios hosteleros, utilizan sus truquillos psicológicos con la finalidad de aumentar las ventas por cliente. Que funcione más o menos, ya va en función del tipo de cliente. En este artículo, vamos a descubrir algunos de esos trucos que utilizan para con nosotros, así vamos prevenidos para que no nos la cuelen o ayudamos a que los que no conocen esta estrategia, nos desplumen.

Atención a los siguientes puntos

Entrar en un local de restauración, puede suponer un riesgo inminente para tu bolsillo. Puede darse la circunstancia de que tengas un presupuesto holgado y no tengas problema en gastar más o menos, pues la ocasión, el lugar o la compañía, lo merecen. También puede ser que vayas más ajustado o el lugar no merezca un desembolso elevado por su oferta, calidad o servicio, la compañía no sea muy grata y el compromiso, sea justo eso, compromiso.

En cualquier caso, pagar de más por menos, no es necesario; que nos tomen el pelo más de la cuenta, tampoco. Aunque en algunas ocasiones, la oferta bien vale su precio. De todas formas, veamos cuales son esos trucos con los que atacan nuestra psique los audaces hosteleros.

Al contemplar la carta, extensa o no, evitan el signo del euro o cualquier otra moneda tras el valor de los platos o menús. Introducir el valor en la lista de precios, hace que incremente la sensación de gastar dinero. Por eso lo eliminan el símbolo. Esto se basa en estudios e investigaciones llevados a cabo. Resulta que, si un cliente recibe un menú en el que pone 10 euros o diez euros, en lugar de 10 sin más, gastan menos porque sienten que están gastando de más. Enrevesadito es un rato.

Marcar los precios a .95 en lugar de .99 es otra pista que los hosteleros nos dejan en sus cartas de precios. Los precios terminados en 9, dan sensación de valor pero no de calidad. Los que terminan en 5, son más amigables a ojos del consumidor. Si encuentras una carta con números enteros, ten por seguro que el hostelero no está aplicando psicología contigo. Pone el precio que le conviene y no anda enredándote.

Atención al lenguaje con el que se confecciona la carta. Muchas de ellas, solo llevan una foto y el nombre debajo o al lado. Pero otras tantas, no. Los hosteleros saben bien que con la palabra atraen al cliente. Describir los platos de forma especifica invita a consumirlos, pues sabes lo que son o pueden ser que, a veces los nombres se las traen. Un ejemplo claro, cuando en lugar de poner tarta de galleta y chocolate te colocan un bizcocho crujiente de chocolate con bomba de vainilla, tu boca empieza a salivar imaginando un espectáculo de postre.

Otra forma de colártela es utilizar palabras que hagan pensar que comes sano. Veamos el caso de la palabra ensalada, muy pero que muy utilizado, tu lees ensalada y piensas, que sano voy a comer. Si esa ensalada resulta que es de pasta o con unas salsas hipercalóricas y saturadas, de sano, nada. Pero claro, si en la carta ponen pasta con cebolla, tomate, pimiento y pepino, aderezada con salsa cesar… igual no la consumes tan alegremente. No es lo mismo “ensalada de” que “pasta con”. Ni potato chips que veggie chips. Al menos para nuestra psique. A nuestro organismo le va a dar lo mismo el nombre.

Truco de la abuela: justo eso, asociar comida con familia. Utilizar nombres familiares para incluir en los menús, no falla. Pedir o comprar la “tarta de la abuela” no es lo mismo que encontrarte con una tarta de almendras. También triunfan las calderetas de la tía Pepa o el cocido de papa Luis.

Para que parezca que la comida es autentica, original y de raíces, se incluyen términos étnicos o geográficos. Un nombre italiano como salsa napolitana, implica que el plato a degustar posee ciertos sabores o texturas. Matizar el nombre del plato con su lugar de procedencia invita a pensar que en realidad lo hacen allí para que lo comamos aquí. Hamburguesa Americana, Pizza Romana,  Helado Italiano…

Algo que no falla y de lo que todos hemos sido víctimas alguna vez, casi con total seguridad es que nos pongan precios elevados para que realmente, consumamos lo que quieren. Si elevan un precio demasiado, no vas a consumir el producto, pero los más baratos captará tu atención aun siendo caros dentro de su categoría. Es un engaño muy útil. Los platos más económicos, resultan mas razonables.

Ojo con el “bracketing”. Esta estrategia, consiste en poner dos porciones a diferente precio, lógicamente. En esta caemos también como moscas, aun desconociendo el tamaño real de cada una de las porciones, la tendencia es asumir que la pequeña, por ser más económica es mejor opción. Justo eso es lo que pretenden venderte: la porción más pequeña. La grande es un señuelo para venderte la pequeña.

Los restauradores se valen también de los patrones de lectura que utilizamos. Parece ser que los clientes solemos pedir lo primero que nos llama la atención. A razón de esto, las cartas de los restaurantes, colocan los elementos más rentables en la esquina superior derecha e izquierda, así como en el centro de la carta. Justo el orden que siguen los ojos: centro, derecha e izquierda. Como recordamos mejor lo que esta al principio, es fácil que pidamos lo que nos sugieren en el principio de la carta.

Mejor cuanto menor variedad de platos. Cuanta más variedad en la carta, mayor confusión para el comensal. Limitar la elección es una manera de inducirte a consumir lo que quieren. Aunque en este sentido, a la gran mayoría nos hacen un favor limitando la oferta porque nos gusta probar de todo.

Conclusiones sobre la psicología de los restauradores

De estos aspectos podemos sacar diversas lecturas o conclusiones. En función de como a cada uno nos afecten esta suerte de micro manipulaciones. Aunque no seamos plenamente conscientes en todo momento, sabemos que aplican la psicología en todo lo que se relaciona con el consumo. El marketing y la publicidad son un claro ejemplo de como nos manejan a su antojo para que consumamos o nos dirijamos como mejor convenga a las altas esferas en general y las empresas en particular.

A buen seguro que tras leer este artículo has cobrado conciencia sobre las veces que has caído en las “trampas” ocultas en las cartas de los restaurantes. También puede darse la circunstancia de que no te afecten estas minucias y tengas claro lo que vas a consumir y lo que estas dispuesto a pagar por ello. Por lo general, es así, tenemos una idea clara de lo que queremos y por eso entramos en un local determinado. Sin embargo, en muchas ocasiones, entramos en locales que no conocemos para probar y, es ahí donde nos encontramos con la sorpresa, muchas veces, grata. Pensamos erróneamente que nos van a cobrar de más por encontrar una carta elegante y bien confeccionada y en realidad, no es así.

Si lo pensamos con detenimiento, cualquier fast food te cobra más por su comida basura que un restaurante de precio medio. Lo que nos viene a decir que, por mucha psicología que utilicen, si nos “engañan” es porque nos dejamos engañar.

Mas artículos