Recuerdo que mi abuela siempre decía que a la hora de aprender idiomas se ganaban habilidades que iban más allá de lo imaginábamos. Ahora podemos ver que esta afirmación era muy sabia, ya que los idiomas se han convertido en un aspecto fundamental en los currículos de cualquier persona que opte a un trabajo en condiciones.
Si bien los españoles no hemos sido nunca de hablar mucho inglés, a día de hoy la sociedad se ha dado cuenta de que, dado el carácter turístico de nuestras tierras, el inglés es una llave para hacer negocios con los extranjeros. Porque a pesar de que el mercado nacional está volviendo a crecer, el mercado internacional sigue siendo una buena fuente de ingresos.
Pero todo negocio que necesite trabajar con clientes extranjeros sabe que hay una dificultad añadida. No solo tienes que trabajar para que el cliente confíe y te contrate, cosa que no es nada fácil de por si, sino que además tienes que conseguir que los documentos extranjeros sean válidos en España.
Sobre esto último se podrían escribir muchísimo, ya que dependiendo del país de origen del documento, se le da una validez u otra. Entonces merece la pena preguntarse, ¿cómo se consigue hacer valer un documento público o privado extranjero en España? Pues bien, mediante la traducción jurada
En el artículo de hoy vamos a hacer una aproximación a la traducción jurada, una herramienta muy utilizada para traducir y dar validez a documentos como escrituras de poder notariales realizadas en el extranjero, documentos administrativos extranjeros o sentencias judiciales procedentes de otras jurisdicciones nacionales.
La traducción jurada
Una traducción jurada es, una traducción oficial, incluso algunos definen a los artífices como traductores-notarios. No puede realizarlo cualquiera persona que sepa idiomas, sino que siempre lo llevan a cabo traductores e intérpretes acreditados por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación que previamente han pasado una serie de pruebas o exámenes para demostrar su valía, capacidades lingüísticas y conocimientos legales.
Las traducciones juradas llevan en cada página la firma y el sello del traductor jurado acreditado por el MAEC. En dicho sello aparecen reflejados los datos del traductor y sobre él recae toda la responsabilidad legal. Un documento de estas características demuestra la legitimidad de la traducción y que todo lo que se dice es cierto.
Se puede traducir todo, aunque normalmente a la hora de solicitar un puesto de trabajo o el ingreso en una universidad se es más selectivo. Salvo que se indique lo contrario, un currículum sólo se traduce, pero no se compulsa. No obstante, otros documentos más importantes y que los haya emitido un organismo público o privado sí que lo necesitan.
Ejemplos clásicos de traducciones juradas son los certificados de divorcio, de antecedentes penales, de matrimonio o de trabajo. También es común traducir sentencias sobre las que se puedan ejercitar derechos en otro estado. Y otro de los documentos más traducidos son los notariales, que dan fe pública de un negocio jurídico realizado en el extranjero.
Traductores jurados hay en todas partes, pero si buscáis por Internet aseguraros de que están dados de alta a través des ministerio como Jti, formada por expertos en traducciones juradas, un extenso y selecto equipo de traductores jurados oficiales nombrados por el Ministerio de Asuntos Exteriores y especializados en las traducciones juradas oficiales.