La fístula anal y la fisura anal son dos lesiones habituales que se produce en el ano y que, en realidad, son bastante diferentes entre sí. Coinciden en su localización, en su denominación y en el dolor intenso que producen. Te explicamos qué son cada una de ellas y sus diferencias.
La publicidad de un medicamento antihemorroidal, que se hizo popular hace unos años, se refería a las hemorroides como “la enfermedad que se sufre en silencio.” Esta característica atañe a todas las enfermedades que se producen en el ano. Sea por pudor o por vergüenza, rara vez los enfermos que las padecen se refieren a ellas en público. Aunque estas lesiones les impidan llevar una vida con normalidad.
Las lesiones en el ano son más frecuentes de lo que pensamos. Todas ellas coinciden en que causan un dolor difícil de soportar.
Aunque cada una de estas lesiones tienen sus peculiaridades, podríamos decir que en gran medida las podríamos prevenir con una alimentación sana, con la práctica regular de ejercicio y evitando la vida sedentaria.
En cuanto a la alimentación, cabe destacar que deberíamos consumir a diario alimentos ricos en fibras. Legumbres, fruta con cáscara, verduras como la zanahoria y el brócoli, deberían estar incluidas en nuestra dieta habitual. Su consumo ayuda a efectuar el tracto intestinal sin complicaciones y evita el tan incómodo estreñimiento.
Practicar deporte de baja intensidad con frecuencia también contribuye a evitar problemas intestinales. Nuestro cuerpo es una máquina que si está en movimiento, se siente mejor engrasada y puede realizar todas sus funciones con naturalidad.
Uno de los mayores enemigos de nuestro aparato digestivo es el sedentarismo. Pasar la mayor parte del día sentado o recostado no favorece para nada, ni la digestión, ni la eliminación de deposiciones.
Desde este marco general, entramos de lleno a abordar las dos lesiones que conciernen a este artículo: la fístula anal y la fisura anal.
La fístula anal.
La página web del Hospital Victoria Eugenia de Sevilla señala que el síntoma más habitual que nos indica que padecemos una fístula anal es la presencia de un bulto en el ano que supura un líquido amarillento o rojizo.
Según el doctor Bruno Claro, especialista en el aparato digestivo, la fístula anal es un tubo que se crea entre la piel cercana al ano y el recto, la parte final del intestino. Tiene dos orificios, uno interno, y otro exterior. La lesión o infección, aparece cuando uno de los dos orificios se ha cerrado.
La causa más habitual suele ser obstrucciones en las glándulas que cada cierto tiempo provocan la aparición de la fístula. Ciertas enfermedades infecciosas del intestino como la enfermedad de Crohn o las neoplasias pueden producirlas.
Esta es una lesión grave. La fístula genera un bulto grande de color rojo en el ano que, como hemos dicho antes, supura y que suele provocar fiebre. El enfermo siente un malestar general que aumenta el dolor cuando se roza la zona o cuando se sienta.
Esta lesión es más habitual entre hombres que entre mujeres, y en edades comprendidas entre los 30 y los 50 años. Se pueden dar casos en personas mayores de 60 años o entre menores de 30, pero suelen venir asociados a otras enfermedades secundarias.
Hay personas que confunden las fístulas con las hemorroides. Son dos enfermedades distintas. Las hemorroides son protuberancias que aparecen en el ano y que suelen sangrar. La fístula, sin embargo, no sangra. Suele estar más alejada del ano y supura, cosa que no hacen las hemorroides.
Las fístulas se pueden prevenir, pero su mayor peligro es que pueden reaparecer. Una fístula anal no tratada a tiempo conduce a una reaparición más dañina y dolorosa que puede llevar a reconstruir con cirugía el conducto.
Las fístulas anales se suelen tratar con una intervención quirúrgica. En aquellas fístulas sin absceso, llamadas fístulas de canal medio, la operación no es urgente y suele efectuarse una fistolomía; es decir, cortar la piel que hay entre los dos orificios del conducto.
En las fístulas más altas, se suele colocar un tutor de goma o de seda a lo largo del trayecto fistuloso, que se retirará pasadas 6 u 8 semanas, para realizar una segunda intervención con la que se cierra la fístula.
Las fístulas son la lesión anal más común. La doctora Purificación Calero y el doctor Álvaro Martínez Manzano, cirujanos del aparato digestivo y directores del Centro Quirúrgico Calero & Manzano de Cartagena, nos dicen que la operación quirúrgica es el único método seguro para garantizar que la fístula no reaparezca. Después de la intervención, los doctores recomiendan que el cliente siga con su vida habitual, no es necesario que guarden reposo. De lo que sí se deben preocupar es de mantener la herida de la operación limpia y seca.
La fisura anal.
La página web de la Clínica de la Universidad de Navarra dice que la fisura anal es una úlcera que aparece en la parte final del canal anal. El dolor agudo que produce, en especial cuando se hace de vientre, genera una contracción refleja en la musculatura anal que impide que la úlcera cicatrice bien y, por tanto, que se haga crónica.
La fisura anal suele ser de tamaño minúsculo y no se aprecia desde el exterior, pero genera un dolor tan intenso que induce al paciente al estreñimiento con tal de no revivir la experiencia. Este estreñimiento suele ser reflejo, involuntario.
Otro de los síntomas de las fisuras anales es el sangrado. Al defecar se puede sangrar con una sangre de color rojo claro, en pequeñas cantidades, sin resultar demasiado alarmante y, en ocasiones, puede ir acompañada de escozor en la zona del ano.
Una fisura anal se puede producir por diferentes causas. Debido a un estreñimiento prolongado, por el paso de heces demasiado sólidas por el recto o por la presencia de diarreas líquidas e irritantes. Otras lesiones previas como las hemorroides pueden influir en la aparición de estas úlceras.
Las fisuras anales se pueden prevenir con una alimentación rica en fibra y tratar con métodos tópicos.
Darse baños de asiento, de agua templada después de cada deposición, ayuda a mantener limpio el canal anal, facilita la cicatrización de la herida y, sobre todo, evita que se infecte.
En las farmacias se venden cremas y pomadas que contienen anestésicos locales y antiinflamatorios que reducen el dolor. Por otro lado, las pomadas elaboradas con base de nitroglicerina producen una relajación en la musculatura del esfínter que facilita la cicatrización de la úlcera.
Se procede a la opción quirúrgica cuando las fisuras persisten en el tiempo y se vuelven cada vez más dolorosas. Por lo general, los cirujanos de digestivo, recomiendan a los pacientes utilizar otros medios antes de someterse a una operación.
No es que operar una fisura anal sea complicada o entrañe riesgos, todo lo contrario. Si no que a pesar de su dolor, no es una lesión tan grave, que requiera una intervención quirúrgica, como sí sucede con las fístulas anales.
Para tratar las fisuras anales se realiza una operación con anestesia local, en la que el cirujano secciona una pequeña parte del esfínter anal, que hará que los músculos de la zona se relajen, propiciando la cicatrización de la úlcera en unos pocos días. La ventaja de esta operación es que genera la eliminación inmediata de los síntomas, pero en su detrimento, debemos indicar que es una operación irreversible.
Diferencias.
Ya hemos visto que la fístula anal y la fisura anal son dos lesiones completamente diferentes. Recapitulemos un poco y veamos cuáles son sus principales diferencias. Estas son las 4 más destacadas:
- Origen y causa: La fístula anal es un canal anómalo que conecta el interior del recto con la piel cercana al ano. Suele desarrollarse como resultado de la obstrucción de las glándulas del recto. Por otro lado, la fisura anal es una pequeña grieta o desgarro en el revestimiento del ano, causado por evacuaciones difíciles, estreñimiento o traumatismos en la zona.
- Síntomas principales: La fístula anal supura un líquido amarillento o rojizo que produce mal olor, dolor continuo o intermitente y genera fiebre si hay infección. La fisura anal solo produce dolor al defecar.
- Naturaleza de la lesión: La fístula es una afección crónica que requiere intervención quirúrgica para su resolución. Si no se trata, puede empeorar. La fisura es una herida que por su localización, tiene problemas para cicatrizar.
- Tratamiento médico: Como ya hemos dicho, la fístula anal requiere cirugía para eliminar el canal fistuloso. La fisura anal, por otro lado, se trata inicialmente con métodos conservadores, como la aplicación de laxantes, analgésicos y cremas con nitroglicerina o bloqueadores de calcio para relajar el esfínter anal y se recurre a la cirugía como última alternativa.
Las lesiones en el ano son un problema de salud que nos puede pasar a cualquiera en el momento menos pensado. Lo importante, cuando vemos que aparecen, es visitar a un especialista para buscar la mejor solución posible y evitar la automedicación o eludir el problema.