Aprender a hablar es algo que se produce de forma natural. Nadie nace sabiendo y el conocimiento, se transmite de generación en generación. Con el lenguaje, sucede de forma similar. Se aprende de ver, escuchar y copiar lo que dicen los demás. De la misma manera que se produce un aprendizaje natural y se fijan los conocimientos durante el crecimiento, con el lenguaje se produce un proceso natural que hace posible que aprendamos a comunicarnos verbalmente.
De ahí que, un niño que nace en España pero de pequeño se va a vivir a un país que hable otra lengua, lo aprenderá y asimilará sin mayor problema. En el momento de nacer y hasta que cumplimos cierta edad, somos esponjas capaces de absorber todo tipo de conocimiento sin mayor esfuerzo. En el caso de los idiomas, ocurre exactamente lo mismo. Los niños con padres que hablan varios idiomas en su casa, aprender a dominar los mismos sin dificultad, de forma simultánea. Lo que nos deja claro que, la mejor edad para aprender idiomas, es la infancia. Sin embargo, no está todo perdido si han pasado esos felices años y no se ha tenido la posibilidad de aprender otras lenguas.
Nunca es tarde si la dicha es buena y aprender es algo que nunca deja de hacerse, aunque no seamos plenamente conscientes. En el caso de los idiomas, no es tan sencillo salvo que pongas algo de tu parte. En el caso de los más pequeños y jóvenes, siempre pueden optar por acudir a un campamento de verano o estancia lingüística como los que ofrecen en Vilimi o marcharse a estudiar un año en el extranjero. En cualquier caso, opciones hay, cada vez más y, aprender uno o varios idiomas, resulta más fácil que nunca, gracias a ello. Además de vivir en sociedades multiculturales donde los idiomas se mezclan entre sí para poder darse a entender.
Adentrarse en el idioma
Sin duda, es una de las opciones más apetecibles. Sobre todo, cuando pasamos horas frente a un libro o pizarra sin entender lo que pone. La profesora o el profesor del idioma que sea, habla y habla, mientras escuchas en modo avión porque no entiendes y pierdes todo el interés. Las clases de un idioma son algo que en la mayoría de los estudiantes, termina por no cuajar y lo aprendido, se diluye con el tiempo, si no prácticas.
Asistir a clases de idiomas, es accesible, fácil, disfrutable y placentero, pero para otros, resulta tedioso e irritante. Esto puede ser por varias causas que dependen de la persona, el profesor, la institución que imparta el curso, el método, etc. En cualquier caso, cuando todo esto falla, podemos aprender de otra manera. ¿Cómo? Traspasando las fronteras y aplicando eso de “si la montaña no va a Mahoma…” Viajar hacia el idioma y adentrarse en él, es una de las mejores formas (por no decir la mejor) de aprenderlo.
Adentrarse en el lugar donde se habla la lengua que se quiere aprender, estar en contacto continuo con los habitantes de la localidad y sentir la necesidad de comunicarse con ellos, es la mejor forma de asimilar el idioma. Esta metodología que se basa en el aprendizaje natural y no en la técnica, permite acceder a las posibilidades reales del aprendizaje. Al pasar todas las horas del día escuchando y hablando el idioma, lo natural es obligarse a comprenderlo, facilitando su asimilación y, por lo tanto, la estancia en el lugar.
Algunos de los aspectos reseñables que hacen que aprender el idioma viajando hacia él sea positivo y favorable son el contacto con otra cultura. El aquí y el ahora, ofrece una emoción y estimulo vital para el aprendizaje, posibilitando el avance e incrementando el interés por aprender.
Por otro lado, la comunicación con los habitantes de la localidad de elección, resulta muy enriquecedora, puesto que ayudará en la pronunciación y el uso de la jerga, algo que en una clase formal, difícilmente se consigue.
En el caso de acudir de voluntario o intercambio, los anfitriones, facilitan la comunicación, propiciando que el aprendizaje y fijación del idioma se produzca más rápidamente. Esto sucede sobre todo si se trabaja en una recepción o se ayuda en un proyecto social.
Aunque de inicio puede resultar complicado, con el paso del tiempo, la asimilación del idioma, se integra en el pensamiento, pudiendo utilizarlo en el día a día sin tener que pensar en ello, de forma natural y espontánea.
Un factor de gran importancia, es el hecho de fomentar amistades que ayudan en el aprendizaje, sea a través de la música, hablando por una red social o teniendo una conversación, se profundiza en el idioma, se acelera el proceso y, además, proporciona momentos para el recuerdo. Aparte de que se generan relaciones sociales que perduran en el tiempo una vez finalizado el viaje, lo que facilita la práctica del idioma posteriormente.
Pasado el tiempo, la confianza se apodera de ti y se pierde el miedo a hacer el ridículo y que no te entiendan. Nadie te juzga ni evalúa, como sucede en las escuelas de idiomas.
Aprender viajando
A más de uno o una, le surgirá la pregunta sobre cómo es posible aprender un idioma viajando y viajar sin conocer el idioma. Lo cierto es que en la actualidad, la tecnología puede facilitar tanto la comunicación como entorpecerla. En estas situaciones, por ejemplo, en las que es esencial comunicarse mediante un idioma que apenas conocemos o no conocemos en absoluto, podemos encontrar en el traductor el aliado perfecto.
También es posible recurrir a las guías de los idiomas que, cuentan con traducciones en el costado de fáciles de utilizar y entender. Puede resultar útil ver la televisión, películas o series en el idioma que se quiere aprender, utilizando los subtítulos para comprender lo que se dice, del mismo modo que escuchar canciones y traducirlas.
Estos tips no son más que pequeñas ayudas que facilitan la incursión y la primera toma de contacto con el idioma en cuestión. Sin embargo, una de las mejores formas de adentrarse de lleno en un idioma, aprender todo lo necesario y desenvolverse con él, al mismo tiempo que desempeñas una función gratificante, puede ser realizar un voluntariado.
En estos lugares se conocen personas de todos los lugares, países y condiciones. Durante un voluntariado, del mismo modo que durante un intercambio o curso escolar, lo esencial es hablar y hacerse entender, al mismo tiempo que se escuchan las conversaciones. Al principio puede ser frustrante pero poco a poco, la necesidad de comunicación permite establecer conversaciones. Se trata de un proceso de aprendizaje mutuo, puesto que los interlocutores se encuentran en el mismo punto. Interés, voluntad, dedicación y tiempo, son los ingredientes necesarios para facilitar el camino del aprendizaje.
Algunas cosas que conviene saber antes de viajar a un país cuyo idioma no se conoce, son las siguientes:
- Procurar buscar y aprender algunas palabras clave como “necesito ayuda”, “gracias”, “hola”, “necesito hacer una llamada”, “¿cómo puedo ir a…?”, etc.
- En algunos países, el acento varía en función de la localidad. Es buena idea contar con información sobre ello y empezar por el acento más sencillo de entender.
- Hay que utilizar herramientas que permitan plasmar el aprendizaje siempre que sea necesario. Por ejemplo, llevar encima el libro del lenguaje, utilizar el traductor, una libreta para tomar apuntes….
Aprendemos con mayor facilidad cuando estamos en contacto directo con aquello que nos causa interés y queremos conocer. Por lo tanto, si te gusta un idioma, seguramente, te llame la atención la cultura que lo rodea. Adentrarse en esa cultura, es una de las mejores maneras de imbuirse en el idioma y asimilarlo sin muchos problemas. Si de antemano ya conoces lo suficiente sobre las costumbres y tradiciones del lugar, el terreno del aprendizaje, se encontrará lo suficientemente abonado para que se asiente el idioma.
También puede darse la posibilidad de que tengas alguna dificultad para desenvolverte o fijar conocimientos. No todo el mundo posee las mismas habilidades para el aprendizaje. En el caso particular de los idiomas, es esencial tener un buen oído para captar las palabras, su pronunciación, entonación y matices. Sin embargo, aquellos con el oído un poco menos fino, pueden aprender un idioma del mismo modo, todo es cuestión de práctica y paciencia.
De la misma manera que algunos tienen facilidad para el deporte, la música o las matemáticas, con los idiomas, sucede igual. Puede resultar más o menos trabajoso pero con tesón y constancia, se aprende. Razones que hay que tener en cuenta, a la hora de no desesperar si resulta más difícil aprender en según qué momentos.
En definitiva, para aprender idiomas existen diversas formas y métodos. Aunque inevitablemente, la mejora manera de aprenderlo con naturalidad es en la infancia y conviviendo con el idioma en cuestión, siempre es posible convertirse en bilingüe o poliglota. En realidad, poco importa la metodología si existe interés, pero siempre resulta beneficioso hacerlo con personas que propicien el aprendizaje, se trate de compañeros, profesores o un campamento de verano en el que solo se habla un idioma en concreto. Lo importante, es aprender, el como ya es una cuestión personal de cada uno o una.